A diferencia del suministro eléctrico, donde existen múltiples equipos, instalaciones y electrodomésticos que demandan energía, en el caso del suministro de gas el consumo se suele limitar a tres usos: cocina, agua caliente sanitaria y calefacción. Si bien existen dificultades para monitorizar de forma individual estos usos, no suele resultar de interés dado que las medidas para reducir el consumo de gas se centran en dos tipos de actuaciones: la mejora de las calderas y la mejora del aislamiento térmico de la vivienda.
Si se desea conocer el consumo de gas global se puede realizar la lectura a través del contador. Al igual que los contadores eléctricos, los contadores de gas pueden ser de alquiler o de compra, siendo la primera opción la más frecuente, y están dentro de nuestra vivienda o en el edificio. En el caso de los contadores de alquiler, son propiedad de la empresa distribuidora de gas, responsable de tomar la lectura del contador, con independencia de la compañía comercializadora, siendo esta última la que factura la energía consumida.
Existen dos tipos de lecturas del contador:
- Lectura real. Es la lectura que realiza un profesional de la empresa distribuidora mediante consulta del contador. Dado que el contador puede encontrarse en el interior de una vivienda, es habitual que la compañía distribuidora facilite mecanismos alternativos para facilitar la lectura, incluyendo listas en zonas comunes, teléfono, web, envío de fotografía o aplicación móvil. Sin embargo, es necesario que al menos una vez al año el profesional realice la lectura de forma directa.
- Lectura estimada. Si la empresa distribuidora no obtiene de forma directa la lectura del contador, y no se le facilita por otro medio, facturará una cantidad estimada basada en los consumos anteriores. Sin embargo, las lecturas estimadas provocan desajustes en la cantidad cobrada, pudiendo facturarse una cantidad mayor que la realmente consumida, o una cantidad menor, produciéndose el ajuste con la próxima lectura real.