Todavía no hemos tocado el techo de emisiones global que, según los expertos, debería alcanzarse antes de 2020 para mantener la esperanza de cumplir con el Acuerdo de París. Es una mala noticia, porque, a pesar de todos los esfuerzos que se realizan para descarbonizar las economías mundiales, todavía no hemos frenado el crecimiento de nuestras emisiones.
Para conseguirlo, todas las fuentes de emisiones y sus correspondientes sectores deben ser abordados, pero, algunos ellos, como el sector de la edificación, deberían ser considerados como prioritarios, por varias razones:
- Su contribución al cambio climático y sus emisiones: Se calcula que, en el contexto europeo, los edificios son responsables de más del 30% de las emisiones. Además, generan otros impactos asociados al proceso de construcción, como son el consumo de agua y de otros recursos naturales, sin olvidar la ocupación del suelo, entre otros. El objetivo de descarbonización de nuestras economías no puede entenderse sin considerar el papel que juegan los edificios en los que pasamos hasta el 80% de nuestro tiempo. Los objetivos están claros; el de la UE obliga mejorar la eficiencia energética un 32,5% en el año 2030, objetivo que no podrá cumplirse de espaldas a nuestros edificios
- Su potencial de mejora: La Directiva europea relativa a la eficiencia energética de los edificios (Directiva EPBD) estableció que todos los edificios que se construyan a partir de 2021 sean de consumo casi nulo. Los Estados miembros han tenido que legislar y definir el estándar de estos edificios NZEB (siglas derivadas de su nombre en inglés, Nearly Zero Energy Building), por lo que los futuros edificios tendrán, por fin, una elevada eficiencia energética. Sin embargo, cuando miramos a los edificios existentes, el panorama es bien distinto. En España, hasta 1979, año en el que se aprobó la Norma Básica de la Edificación (NBE-79), no se obligaba a considerar criterios de eficiencia energética a la hora de construir un edificio. Teniendo en cuenta que más del 50% de los edificios existentes de nuestro país son anteriores a esta fecha, deducimos que el potencial de mejora es enorme.
- El coste social: Tener edificios ineficientes no sólo tiene un coste ambiental, también tiene un coste económico y social. En 2016 el 10% de los hogares de nuestro país, 4,6 millones de personas, vivían en hogares que, según declararon, eran incapaces de tener una temperatura adecuada en invierno debido a la incapacidad de asumir los costes de la energía. La relevancia que ha tomado la pobreza energética en nuestro país en estos años pasados ha sido dispar, tanto en el tiempo (ha habido años en los que se ha ignorado por completo y otros momentos muy prolíficos) como por diferentes territorios del país. La cuestión es que la existencia hoy de una Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, pone de manifiesto que se reconoce como un problema de primer orden de magnitud que, como sociedad, no nos podemos seguir permitiendo. Como ya apuntábamos hace más de 7 años, la verdadera solución pasa por la mejora de la eficiencia energética de nuestros edificios.
Conocido el problema y su mejor solución, es necesario que veamos qué están haciendo las diferentes comunidades autónomas por impulsar las actuaciones de rehabilitación en sus territorios. Aunque esta labor no debe recaer sólo en las autonomías, ya que el Estado debe establecer planes, programas y presupuestos para dinamizar las actuaciones y las Entidades Locales, como administraciones más cercanas, deben actuar con sus propios programas de rehabilitación, las comunidades autónomas tienen mucho que decir y hacer.
Sin embargo, cuando uno se acerca a sus páginas, en internet, el resultado es realmente dispar. Realmente lo que le debemos pedir a las comunidades autónomas es que lleven a cabo tres acciones principales: 1. Informar y comunicar de forma sencilla 2. Incentivar y ayudar a llevar cabo la mejora del edificio y 3. Simplificar todos los trámites para impulsar las mejoras en el edificio.
En cuanto a la comunicación y la información un primer paso sería empezar la casa por los cimientos, nunca mejor dicho. Esto lo encontramos por ejemplo en el caso de Cataluña donde su portal de información comienza por definir qué es rehabilitar y transmite ambición desde el principio porque deja claro que “Nos referimos a rehabilitación energética cuándo hablamos de los elementos que permiten que esta renovación también aumente la eficiencia energética del edificio”. Porque lo cierto es que una rehabilitación tiene que ir más allá de restituir el estado que tenía antes, debe intentar mejorarlo y el concepto de rehabilitación energética lo consigue, al hacer más eficiente al edificio. La información de Cataluña, además, está muy enfocada al ciudadano. Hay infografías, campañas informativas, vídeos y todo tipo de recursos que contribuyen a generar una demanda de rehabilitación energética por parte del ciudadano.
Porque lo normal es que la demanda de rehabilitación no se incremente exponencialmente por sí misma, sin acciones proactivas por parte de las administraciones
También se valora positivamente que la información se muestre de forma sencilla y que se tengan en cuenta diferentes tipos de situaciones, por ejemplo, la particularidad de las comunidades de propietarios. Por ejemplo, en la página del Principado de Asturias realizan un listado de los 22 documentos que se necesitan (son muchos, pero si se ofrecen en un listado ordenado, será más sencillo poder comprobar que lo tenemos todo de cara a su tramitación).
En cuanto a los incentivos para llevar a cabo la mejora del edificio se encuentran los planes de ayudas y los incentivos fiscales. Aunque muchas comunidades autónomas muestran información sobre las ayudas disponibles, son menos las que lo convierten en algo sencillo de entender. En este sentido, se agradece encontrar secciones de preguntas frecuentes (FAQ) como la que tiene Andalucía o apartados bien estructurados como el de la Comunidad de Madrid. Se agradecería que todas las comunidades autónomas trataran de explicar con sencillez cómo se puede acceder a estas ayudas y que se evitara tener una sección de ayudas a la rehabilitación energética que únicamente muestra los enlaces a la normativa o al Boletín Oficial.
La ciudadanía necesita una información clara y sencilla, sobre todo cuando se trata de ayudas o incentivos, no es suficiente con poner un enlace a las bases de las ayudas
Para finalizar, en cuanto a la simplificación de los trámites, se agradece que las comunidades autónomas faciliten la solicitud de las ayudas e incentivos y permitan su tramitación por vía telemática, como ocurre en el caso de Aragón con las ayudas. La Comunidad Valenciana permite aplicar deducciones fiscales para instalaciones de autoconsumo y energías renovables y no sólo ofrece la opción de hacerlo por correo electrónico, sino que lo indica como opción recomendada e ilustra los trámites con una infografía. También simplifica mucho contar con la opción de descargar los modelos o impresos que se deberán presentar (vivienda particular o comunidad de propietarios), como se puede encontrar en la información ofrecida por el País Vasco . Quien acude a una página web para buscar información pretende evitar tener que acudir a un lugar físico para obtener los impresos necesarios.
Las comunidades autónomas pueden gestionar ayudas o aplicar incentivos fiscales a través de fondos propios o de Planes de Ayudas o fondos estatales. También tienen una importante capacidad para impulsar campañas de comunicación y educación a la ciudadanía, para poner a disposición de las personas toda esta información de forma clara y para simplificar todo tipo de trámites. Todo ello ayudará a incentivar las actuaciones de mejora de nuestros edificios, que, según informes realizados por expertos del sector, deberían alcanzar un ritmo de 350.000 viviendas rehabilitadas cada año para cumplir objetivos ambientales de reducción de las emisiones a los que nos hemos comprometido y para mejorar la calidad de vida de las personas.