¿Qué ocurre si no separamos los residuos que generamos y no los depositamos en donde corresponde? La respuesta es sencilla, estamos guiándonos por los preceptos de la economía lineal y siguiendo la dinámica de un solo uso; en la que extraemos, fabricamos, utilizamos y nos deshacemos de nuestros recursos. En consecuencia y sin darnos cuenta, contribuimos al incremento de un consumo indiscriminado de los bienes que nos ofrece la naturaleza, muchos de ellos, no renovables. Pero, además, diferentes residuos contienen un gran potencial contaminante (véase pilas, aceites usados, medicinas caducadas, lámparas fluorescentes, entre otros), por lo que, si se produce su vertido incontrolado contribuye a la contaminación de aguas superficiales y acuíferos por lixiviados, contaminación de suelos, emisión de gases de efecto invernadero por la combustión de los materiales abandonados, destrucción del paisaje y espacios naturales, creación de focos infecciosos (proliferación de plagas de roedores e insectos) y producción de malos olores.
Centrándonos en aspectos perjudiciales en España, existe un claro ejemplo entre un mal hábito de la ciudadanía en su gestión de residuos y la proliferación del mosquito tigre (Aedes albopictus) en nuestro medio; pues se ha observado que deposita sus huevos en el agua que se acumula en neumáticos, latas o recipientes abandonados en la naturaleza. Por lo que, estas basuras no depositadas en sus contenedores adecuados y dejadas en el medio natural han contribuido a que en 2017 Aedes albopictu haya tenido presencia en comunidades autónomas como País Vasco, Aragón, Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Comunidad de Murcia y Andalucía.
Frente este sistema, que poco cuida al planeta, está la alternativa de la economía circular; en la que los residuos se reconvierten en recursos y vuelven a entrar en el sistema de producción y consumo. Los beneficios que se generan con esta opción son innumerables: utilización de menos recursos naturales y finalización de la pérdida de recursos valiosos, disminución del consumo de agua y energía, reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y mantenimiento del valor de los productos.
Como ciudadanos responsables, podemos optar por la opción que tiene en cuenta al planeta y su conservación. Para ello, es suficiente seguir el simple gesto de separar correctamente los residuos que generamos fuera y dentro de nuestras viviendas. En caso de que existan dudas en su depósito, las diferentes comunidades autónomas ofrecen información en sus webs en las que se despejan las mismas, como por ejemplo, Cataluña. En alguna de las cuales se presenta, además, la figura de la importancia de los puntos limpios; instalaciones acondicionadas para recibir los residuos domésticos que no se depositan en los contenedores domiciliarios ni los situados en la vía pública. Estos pueden ser: puntos limpios fijos, de proximidad o móviles; y las comunidades autónomas como Andalucía, Galicia, Madrid, La Rioja muestran información cartográfica sobre su localización.