Las cifras son muy bien conocidas y demoledoras, casi 900 millones de personas no tienen acceso al agua y alimentos. La producción de los cultivos básicos necesarios para un autoabastecimiento suficiente que asegure una alimentación mínima para la subsistencia de las familias, no es posible realizarlo sin recursos hídricos.
Sin agua no es posible el cuidado de las cabañas ganaderas y la producción piscícola depende también la cantidad y calidad de las aguas, tanto costeras como fluviales. La relación entre el derecho al agua y a la alimentación es por tanto estrecha.
Además, el derecho a la alimentación y al agua precede y está implicado de forma inevitable a otros derechos fundamentales como son la salud, al desarrollo, la educación, la igualdad de género, vivienda digna, etc.
Otro aspecto importante a resaltar es el saneamiento se ha convertido en otro factor de cierta importancia para la seguridad alimentaria, dado que los 2.600 millones de personas (OMS y UNICEF, 2010) que no poseen acceso al saneamiento suficiente, está provocando una contaminación del agua que están afectando a cultivos y a recursos forestales, piscícolas, ganaderas, etc.
Derivada de las distintas afecciones sobre los recursos hídricos, se espera una época de conflictos territoriales en lucha por el agua, que afecte a la seguridad global y en este sentido se habló ayer, por parte de Cristina Narbona, en la Mesa Redonda “A tres meses de Rio+20 #Nuestrofuturo en juego” de la problemática que la falta de gestión y equidad en los recursos naturales puede generar en la seguridad, máxime en un contexto de cambio climático … todo un reto para Rio+20.