Según la Comisión Europea, "la pobreza energética es un problema generalizado en toda Europa, ya que entre 50 y 125 millones de personas no pueden permitirse un confort térmico interior adecuado".
La energía juega un papel esencial en la vida de las personas. Sin embargo, podemos afirmar, a través de la investigación y la atención directa, que las mujeres somos más propensas a experimentar o padecer pobreza energética. Además, recientemente se ha reconocido que la política energética no es neutral en cuanto al género.
Entre las principales causas de la pobreza energética en Europa se identifican la dificultad para hacer frente al pago de las facturas de energía y un acceso limitado a ella, debido a los bajos ingresos y/o un parque de viviendas envejecido, mal aislado, con una baja calificación energética, con electrodomésticos ineficientes… lo que también va unido a los altos precios de la energía.
Actualmente, la diferencia salarial entre mujeres y hombres en la Unión Europea es del 16% y en lo relativo a las pensiones de cerca de un 30%. Si pasamos a España, la diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 18,5%. Estas cifras indican que las mujeres partimos de una posición desigual a la hora de hacer frente al pago de los consumos energéticos y, por lo tanto, nos vemos obligadas a reducirlos para poderlos mantener, con las posibles consecuencias para su salud y la de sus familias.
Debido al menor nivel de ingreso promedio, las mujeres estamos expuestas a un mayor riesgo de sufrir pobreza energética que los hombres. Sin embargo, para poder dimensionar la verdadera magnitud del problema, es necesario disponer de datos estadísticos que permitan conocer en mayor profundidad el fenómeno de la pobreza energética con perspectiva de género y analizar las desigualdades en los diferentes hogares para así poder precisar la acción para poderla reducir.
En 2016, el Parlamento Europeo adoptó una resolución sobre el acceso a la energía poniendo énfasis en la dimensión de género, basándose en un informe para la Comisión de Derechos de las Mujeres e Igualdad de género (FEMM).
Sin embargo, las últimas cifras (2021) ofrecidas por el Observatorio Europeo de la Pobreza Energética (EPOV) siguen sin proporcionar datos desagregados. Por este motivo, la inclusión de datos de esta manera sigue manteniéndose como una de las reivindicaciones actuales, con el objetivo de desarrollar políticas dirigidas específicamente a mujeres en situación de vulnerabilidad energética. La falta de datos puede ocultar la feminización de la pobreza energética, tal como se pone de manifiesto en diferentes estudios realizados.
En nuestro país, los estudios con enfoque de género sobre la feminización de la pobreza energética son muy reducidos. Entre algunos de ellos, podemos destacar Desigualdad de género y Pobreza energética, un factor de riesgo olvidado, realizado por la Asociación catalana de Ingeniería Sin Fronteras (ESF) en 2016, y el Proyecto FEMENMAD, de la Universidad Politécnica de Madrid, llevado a cabo entre 2019 y 2020. En ambos se evidencia la incidencia desigual de la pobreza de energética, por lo que es necesario seguir revindicando la inclusión de datos, que a su vez permitan poner en marcha políticas con el objetivo de reducir dichas desigualdades y enfocarse en las más vulnerables.
Cualquier entidad que atienda a personas en esta situación es consciente de dicha desigualdad. Un claro ejemplo de ello lo tenemos en la diferencia existente entre el porcentaje de mujeres que atendemos desde la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), con respecto al de los hombres, en los diferentes puntos de información al consumo energético que hemos puesto en marcha a lo largo de los últimos años.
Como se puede observar, casi el 80 % de las atenciones que hemos realizado en el año 2021 han sido a mujeres, principalmente solas (solteras, viudas, divorciadas) o en familias monomaretales con un hijo o más a su cargo. También mujeres en situaciones de bajos ingresos y mujeres mayores con pensiones bajas y con frecuencia en viviendas en régimen de alquiler. Estas atenciones las llevamos a cabo en el Punto de Información de la Oficina de Hogares Saludables (PIOHS), un proyecto piloto dentro del marco del proyecto EPIU Getafe Hogares Saludables, en el que participamos junto con otras entidades dando servicio en dos barrios de Getafe, Las Margaritas y La Alhóndiga, con el fin de conocer y mitigar la pobreza energética en ellos.
Tan importante como poder cuantificar en qué medida afecta la pobreza energética a hombres y mujeres, lo es seguir revindicando un modelo energético basado en la eficiencia y la reducción de la demanda, que garantice cubrir las necesidades con fuentes de energía renovable, de las que disponemos en abundancia, para reducir nuestra dependencia energética de fuentes que en la actualidad suponen una amenaza para el sostenimiento de las personas y el planeta.
El 8 de marzo es un día de confluencia para las mujeres en el que celebramos los avances logrados y en el que también, año tras año, continuamos reivindicando la igualdad de derechos para todas en muchos ámbitos en los que aún no se ha alcanzado.
Por todo ello, en este 8 M, queremos revindicar un modelo energético que permita reconocer la energía como un derecho para todas las personas, que tenga en consideración a las mujeres entre las más afectadas y que se otorguen las partidas presupuestarias necesarias para garantizar un nivel de ingresos digno tanto a nivel salarial como de pensiones, que permitan afrontar los gastos derivados de la energía y mantener una vida digna.
El proyecto EPIU Getafe Hogares Saludables está cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través de la Iniciativa de Acciones Innovadoras Urbanas.
El contenido de esta publicación refleja únicamente el punto de vista de los autores y, en consecuencia, no representa en ningún caso la opinión oficial de los órganos de gestión del Programa.
Fecha de publicación: 08/03/2022