Esta sesión dedicada a la ciberseguridad puso sobre la mesa un desafío tan invisible como decisivo: proteger los sistemas del ciclo del agua frente a amenazas digitales cada vez más sofisticadas. Expertos y empresas tecnológicas coincidieron en que la digitalización ha traído eficiencia y control, pero también una mayor exposición a riesgos que pueden comprometer desde la calidad del agua hasta la continuidad del servicio.
La digitalización del ciclo del agua ha abierto la puerta a grandes avances en eficiencia, control y sostenibilidad. Sin embargo, también ha expuesto a las infraestructuras a un escenario de amenazas crecientes. En la sesión dedicada a ciberseguridad, se abordaron los riesgos que suponen los accesos no autorizados, la manipulación de parámetros de tratamiento o incluso la interrupción total del servicio. Según se destacó, un 62% de las ciberoperadoras del sector ya han sufrido algún tipo de ciberataque.
Fuente: Rafa Aparicio, iAgua
La primera intervención planteó un recorrido por las principales amenazas: la migración hacia la nube, la sensórica inteligente, la telemedida y el Internet de las Cosas (IoT). Aunque estas tecnologías aportan eficiencia y precisión, también multiplican los puntos vulnerables. Un ataque a los sistemas SCADA, un secuestro de datos o un sabotaje en las comunicaciones pueden tener consecuencias críticas: desde fraudes económicos hasta alteraciones en la calidad de las aguas blancas o fallos en la facturación.
Ante este panorama, los ponentes destacaron la necesidad de actuar con un enfoque integral que combine regulación, tecnología y formación. Normativas como ISO 27000:2005, IEC 62443 y la Directiva NIS 2 ofrecen un marco para fabricantes y operadores. A ello se suman medidas prácticas: seguridad en capas, monitorización constante, control de accesos, gestión de proveedores y planes de continuidad de servicio. La ciberseguridad, subrayaron, no es un añadido, sino una condición indispensable para la resiliencia del sector.
El representante de Honeywell reforzó esta visión desde la perspectiva de la industria tecnológica. La compañía insistió en que la ciberseguridad debe ser holística, profunda y de extremo a extremo. Sus propuestas incluyen el uso de algoritmos definitivos en la gestión de claves, alianzas estratégicas con socios especializados y el mantenimiento de accesos restringidos. Además, señalaron la importancia del anonimato de datos y de aplicar niveles diferenciados de encriptación (alto, medio y bajo) según el tipo de información gestionada.
Un aspecto central fue la idea de anticiparse: la seguridad debe contemplarse desde el inicio de cada proyecto, no como un parche posterior. La creación de arquitecturas de red seguras, inventarios actualizados, simulaciones de ataque y procedimientos estandarizados son pasos clave para garantizar la robustez de los sistemas. En este sentido, la capacitación del personal se sitúa al mismo nivel de importancia que la tecnología, pues el factor humano sigue siendo una de las mayores vulnerabilidades.
La sesión concluyó con un consenso claro: la ciberseguridad en el ciclo del agua no solo protege infraestructuras, sino también la confianza de los ciudadanos y la continuidad de un servicio esencial. En un mundo cada vez más interconectado, el agua no puede quedar a merced de riesgos digitales sin respuesta.
El agua, como recurso esencial, no puede permitirse vulnerabilidades. La digitalización aporta control y eficiencia, pero también expone a riesgos que exigen respuestas inmediatas y coordinadas. La ciberseguridad, concebida como un sistema en capas y contemplada desde el inicio de cada proyecto, se erige en el verdadero blindaje del ciclo del agua. Solo así será posible garantizar que la transformación digital del sector avance sin comprometer la seguridad de los ciudadanos ni la sostenibilidad del recurso.
Autora: Daniela Lozano

